Nem os 100 quilômetros que percorria diariamente para estudar, nem um infarto, muito menos uma pandemia conseguiram superar a determinação de Fernando, que, aos 56 anos, se formou como o segundo engenheiro em Controle e Automação do país.
Imaginemos tener 56 años de edad, vivir en Tranqueras, a unos 50 kilómetros de la Universidad Tecnológica, atravesar una pandemia en medio de la carrera, y estando a punto de defender la tesis, sufrir un infarto. Aún con todas estas barreras por delante, Fernando Rocha lograró convertirse en el segundo ingeniero en Control y Automática egresado de UTEC en la ciudad de Rivera y el 28 de noviembre recibirá su título. Su historia demuestra que cuando las ganas y la determinación son fuertes, no hay obstáculos que puedan interponerse. Hoy, a punto de graduarse, Fernando es una inspiración para muchos jóvenes y no tan jóvenes que inician una carrera universitaria.
El clic en la vida de Fernando empezó a sus 45 años. Tras superar un percance de salud inició una profunda reflexión sobre lo que había hecho hasta el momento, y lo que quería para su futuro y el de su familia. Pese a la sorpresa inicial de su esposa e hijos, decidió terminar el liceo para después elegir una carrera profesional. “Para ellos fue algo chocante que estudiara ya de mayor. Pero no hay de mayor, no hay de nada. Vamos a hacer lo que a uno le gusta hacer porque para eso estamos en este mundo”, comentó Fernando.
Como muchos otros estudiantes del interior del país, Fernando no tenía condición alguna de mudarse a Montevideo. Fue ahí cuando se enteró de la llegada de una nueva universidad pública a su departamento, UTEC, y del Tecnólogo en Mecatrónica Industrial. La carrera, que luego se extendió a la Ingeniería en Control y Automática, le atrapó desde el comienzo.
Las primeras generaciones de estudiantes de UTEC estaban conformadas por personas mayores de 30 años que, por distintas razones, no habían tenido oportunidad de estudiar cuando finalizaron la enseñanza media. Esta situación fue cambiando con el correr de los años. Hoy, la mayoría de los estudiantes que ingresan a UTEC son jóvenes que recién salen del liceo o la UTU.
“UTEC es una segunda oportunidad para muchas personas”, explicó Felipe Fajardo, director del Instituto Tecnológico Regional Norte de UTEC.
“Yo no tenía ninguna posibilidad de estudiar en Montevideo. Entonces busqué aquí en Rivera las posibilidades que había. Justo fue cuando entró UTEC y esta carrera en concreto me apasionó. Si no, no hubiese podido estudiar y eso me hubiese frustrado. Soy el primero en mi familia en entrar y recibirse en la Universidad. Eso es un orgullo muy grande para mis padres, también. Y para mis hijos”, expresó emocionado. AUDIO
Él, junto a Pámela Barboza, fueron los primeros estudiantes en recibir el título intermedio de Tecnólogo en Mecatrónica Industrial, en mayo de 2021 y continuaron estudiando hasta convertirse ambos en ingenieros en Control y Automática.
"Resolver cada problema era una escalera que subía, un paso para enfrentar el siguiente desafío", afirma quien ahora aconseja a otros adultos y jóvenes a "nunca dejarse vencer por las dificultades".
Fernando reconoce que el camino no fue fácil, pero valió la pena.
“Los profesores nos ponían cosas concretas que solucionar y tenías que romperte la cabeza. Y eso me encantaba porque a medida que yo solucionaba un problema, sabía que estaba creciendo. Y subir esa montaña, era la base para subir otra montaña más grande y así sucesivamente. Hoy veo el camino hacia atrás y estoy sumamente orgulloso. No solamente por mí, sino por los profesores porque dio resultado de la forma como me enseñaron y servir de ayuda a los muchachos, y de ejemplo para otros no tan muchachos que quieran venir a estudiar. Si les gusta estudiar, hay posibilidades. Personas con 40, 50 años de edad, también están invitados para estudiar”.
El fuerte desarrollo de la industria maderera en la región Norte fue lo que inspiró a Fernando a diseñar y construir como proyecto final de carrera una máquina pelletizadora de aserrín. El prototipo lo creó en los laboratorios de Manufactura por Control Numérico y de Control y Automática de UTEC. Tiene el potencial de ofrecer una solución económica y ecológica para los pequeños y medianos aserraderos locales que aún no saben qué hacer con los residuos de la madera. Esta pelletizadora permite transformar el aserrín en biocombustible. Además, se está explorando la utilidad de esta máquina para pelletizar otros materiales, como lana de descarte. Este trabajo es parte de la investigación de otra estudiante de la carrera.
La máquina que desarrolló Fernando tiene capacidad de producir unos 80 kilogramos de pellets por hora. Está compuesta básicamente por tres grandes componentes: un motor de cinco caballos de fuerza, un variador de frecuencia —que controla la velocidad de rotación del motor—, y un potenciómetro para controlar la intensidad de la corriente eléctrica.
“Sobre la tolva se coloca la materia prima, y allí dos rodillos aprietan el material y lo compactan. Abajo sale como un spaguetti de aserrín prensado, y una pequeña cuchilla va girando y cortando los pellets a 2,5 centímetros”, explica Fernando, sobre el funcionamiento de su prototipo.
Fernando es uno de los nueve estudiantes de UTEC que recibió su título en UTEC Rivera en esta instancia de titulaciones. Además de él, se graduó Vivian Alvez como ingeniera en Logística; los tecnólogos en Mecatrónica Industrial, Horacio De Crecenzio y Yohan Leal; y los tecnólogos en Logística, Emiliano Islas, Rosmary Albornoz, Diego Saavedra, Sofía Alfonso y Rodrigo Rodríguez.
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